De nueva cuenta en el aeropuerto internacional de la ciudad de México.
Desde noviembre no me aparecía por aquí, esos tres meses de ir continuamente a la oficina me permitieron ver desde otra perspectiva mis continuos viajes, la verdad es que también tienen lo suyo, si, son fatales para mi intención de dar clases por la tarde (cosa que no tome en cuenta cuando fui a mi entrevista de trabajo) y también son letales para estudiar idiomas en la tarde, pero me han permitido conocer a esos otros mexicanos, a los que no son chilangos, de hecho a unos que parecen odiar mucho a los chilangos, pero entre las cosas que tenemos en común y las que nos hacen diferentes hay gente muy valiosa en todos lados.
Este viaje va a ser muy duro porque por la premura con la que salí de la oficina el día martes no tengo a mi compañera de vieja, esa laptop de la que tanto repelo y reniego pero que ha recorrido muchos kilómetros conmigo, ha tomado notas, servido para dar presentaciones y no vamos a negarlo para entretenerme y comunicarme cuando estoy lejos de casa, la laptop de mi madre le supera en varios aspectos, la resolución de pantalla, la memoria RAM (aunque no por mucho), la administración de la energía, el almacenaje, pero flaquea en un aspecto que es vital, la configuración de redes inalámbricas está para llorar, así que si por alguna razón me desconecto de nuevo, ya saben cual es la razón, en mi casa hemos tenido dos equipos de ACER y la verdad los dos han sido pesadillas, configuraciones limitadas y lo peor con pocas posibilidades de expansión, desde mi primer ordenador con su SIS 620 donde aprendí muchas chapuzas para exprimirle un poco más de rendimiento a esta maquina medio muda y medio antisocial que está usando mi mamá ahora que está en la universidad, así que ya lo saben, ACER no es buena elección, en particular sus modelos para América Latina, de verdad que son un insulto.
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