Pocos libros como éste.
Ustedes saben, que a mi me gustaría tener más tiempo para darle vuelo a todas mis pasiones, una de ellas la historia, y en especial el periodo de la segunda guerra mundial, es increíble como todavía tenemos algunas secuelas de lo que paso ahí, y me desespera la gente que dice que no le interesa lo que ocurrió en ese periodo.
Japón, es país que podemos definir como diferente, ojo, ni malo, ni raro,
diferente y que debemos entender que hay otros modos de vivir que no porque no los entendamos están mal.
Ésta traducción que comencé a leer hace casi tres meses (
que pena) es ibérica, por lo que puede que prefieran leer la versión original de la difunta Ruth Benedict.
No es secreto para
nadie el interés que siento por el país del sol naciente, lo que si es patético es que pretendan compararlo con el de adolescentes aficionados al anime y al manga, con los que no tengo mucho en común y no tengo nada contra ellos, pero parece que a mis compatriotas les cuesta entender el respeto o admiración por las culturas asiáticas, cada que me dicen que son todo iguales me da una profunda tristeza.
Creo que ese el primer escollo que deberá librar éste texto, ¿te interesa Japón? ¿quieres saber un poco de antes de la llegada del
comodoro Perry? (México y Japón fueron sitios donde estuvo como militar norteamericano)
Si la respuesta es afirmativa la obra de Benedict es valiosa, cierto es que su segunda parte habla de un país que ya no existe, los japoneses ya no tienen tantos hijos y las mujeres japonesas no están teniéndolos a los 19, recuerda que se escribió hace más de 60 años y Japón tuvo grandes periodos de crecimiento que puede que llegaran a su fin en la década perdida de los 90 pero que lo mantienen como la segunda economía del mundo (
por unos días más) y todo ello muy relacionado con la intervención norteamericana.
Los Estados Unidos nunca habían enfrentado a un rival como Japón, no entendían porque el desarrollo de las batallas no obedecía a su experiencia de tantos años, porque las lecciones tan presentes del conflicto en Europa y África no aplicaban con estos hombres.
Benedict era la antropóloga del momento y el ejercito estadounidense le pidió un estudio sobre el pueblo japonés, pero obviamente al estar en guerra no podía hacer investigación de campo así que se valió de pruebas escritas y sobre todo de entrevistas con los japoneses que Estados Unidos y países de América Latina tenían en
campos de concentración en territorio estadounidense.
La obra peca de ser un tanto cuanto dogmática y absolutista, al representar al japonés casi como un autómata, pero hace un excelente recuento de la época feudalista, de la enorme influencia que al día de hoy todavía tienen las acciones de
los Tokugawa y como esa estructura de clanes a la que aprendieron a jugar tiene trazas en la seguridad que siente ésta sociedad colectivista cuando cada uno representa el papel que la sociedad espera de los individuos.
Benedict también acertó al predecir las enormes posibilidades que tenía Japón al dedicarse a ser un pueblo pacifico (
sin dejar de observar a los demás) y dedicarse a fortalecer su economía, las estadísticas que Benedict manejaba de educación superior nada tienen que ver con lo que existe hoy en día y la población del país que ahora es estática y con una pirámide poblacional invertida son la herencia de esos años en que el pueblo nipón adopto como natural la misión de levantarse de la posguerra.
La decisión de Estados Unidos de no imponer a sus representantes si no de dejar a los oficiales japoneses fue la acertada y si bien no tienen un sistema igual que el de ellos, nadie puede negar la habilidad de los japoneses para adaptar lo que viene de fuera, digo, desde el idioma hay muestras de ellas, primero pasando de un idioma sólo escrito a uno hablado con la incorporación del kanji , al que complementaron con hiragana y katakana (
hoy tan usado) a la religión.
Creo que la parte donde la venganza y la gratitud no son dos conceptos diferentes como en la tradición judeo cristiana y en que las libertades son al revés que en la cultura occidental son muy interesantes, también las diferentes clases de obligaciones.
No podemos quedarnos sólo con éste libro de Benedict, y nada como platicar con japoneses cuando se bajan de su pedestal y visitar el país, pero
no en el plan turista, pero si que es un buen punto de inicio, en especial la sección donde revisa la historia de Japón hasta la restauración Meiji
明治維新 , después de ellos hay cientos de fuentes de información.