Definitivamente yo soy un animal de ciudad, a pesar de haber vivido siempre en los suburbios y áreas que rodean la Ciudad de México y de lo mucho que me quejo de que es intransitable, irrespirable e insufrible (24 millones de personas en ésta zona) la verdad es que es al mismo tiempo una ciudad muy global y un pueblote, por su extensión y las ideas bizarras de sus sectores de derecha y el atraso en infraestructura es que la llamo un pueblote, por la cantidad de extranjeros que hacen de ella una escala en su vida o una residencia permanente con las ideologías, espectáculos, negocios y corrientes que traen de otros sitios es que digo que es una ciudad global (la capital de un país por demás centralizado) con habitantes muy diferentes en los diferentes sectores que la componen, pero es también la ciudad donde se concentran las actividades comerciales, culturales y deportivas de éste país, con la excepción de Monterrey que busca separarse y distanciarse del centro del país y Guadalajara, las otras ciudades del país no están mejor, la vida en esas urbes transcurre a otro ritmo al que difícilmente podría acostumbrarse alguien que ha crecido aquí., a lo mejor no es lo más sano del mundo, pero ya lo tenemos muy grabado, particularmente notorio cuando estamos en otras plazas y el servicio parece tomarse horas y además hacerlo mal.
Una de las cosas buenas de la ciudad de México es que somos tantos que hasta las cosas menos populares encuentran suficiente audiencia como para que alguien se anime a traérnoslo o hacer una versión mexicana o una copia mala, es el caso de Persepolis, la película de Marjane Satrapi basada en sus novelas, la versión que llego a nuestras pantallas no es la doblada al inglés de la que pongo el poster junto a estas letras, no, afortunadamente la que llego a nosotros está en francés y si no hubiera sido así nos hubieramos perdido de sutilezas como el acento britanico y creo que los que llenamos la pequeña sala (porque se lleno) la disfrutamos y salimos del cine con esa sonrisa de satisfacción que dejan las buenas cintas.
Una de las cosas buenas de la ciudad de México es que somos tantos que hasta las cosas menos populares encuentran suficiente audiencia como para que alguien se anime a traérnoslo o hacer una versión mexicana o una copia mala, es el caso de Persepolis, la película de Marjane Satrapi basada en sus novelas, la versión que llego a nuestras pantallas no es la doblada al inglés de la que pongo el poster junto a estas letras, no, afortunadamente la que llego a nosotros está en francés y si no hubiera sido así nos hubieramos perdido de sutilezas como el acento britanico y creo que los que llenamos la pequeña sala (porque se lleno) la disfrutamos y salimos del cine con esa sonrisa de satisfacción que dejan las buenas cintas.
Haber visto la versión en inglés seguramente le hubiera restado a la experiencia, es por ello que me quejo y me quejo del doblaje, no hay un doblaje que pueda atrapar todas las sutilezas de la versión original.
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