En la semana en un lapsus brutus se me hizo fácil ir de Monterrey a San Luís Potosí y de regreso en el mismo día, obvio que también había que trabajar allá , y pues a las 4 de la mañana con la carretera para uno sólo y el espectáculo del gradual amanecer hasta da gusto, es bueno contemplar el espectáculo de la naturaleza para que nos recuerde que insignificantes somos.
Mientras manejaba escuchaba los podcast de "mexicanos en Japón" y "Gifuramapodcast" y tuvieron a bien ponernos a Utada Hikaru mientras flotábamos sobre la pista , una experiencia más que disfrutable, y ese épico tema de inicio de Deux Ex: human revolution también hace que quieras ir a mil por hora.
Pero ya cuando el sol te ha estado dando en la cara durante una hora y todavía no estás no cerca de tu destino y comienzas a pensar en la vuelta pues la disposición se trastoca.
Las fotos no están en orden y es que jugando con el dispositivo ese vergonzante que me hace ser incongruente todavía no me siento cómodo.
Para cuando salí de San Luis y pase por el nada sano menú para el largo camino de regreso ya estaba reparando en que hay que conocer los limites, ya en alguna ocasión un mal jefe me había hecho ir y volver a San Luis desde la ciudad de México para al día siguiente volar a Mérida (fue justo hace dos años) pero ahora si que estuvo pesado, pero no hice el coraje de aquella vez, porque, fue mi elección.
Y lo pesado no es manejar, es el ambiente de inseguridad que experimentamos por acá en el norte, por eso es como si vivieramos en Transilvania, digo, puede pasar en cualquier momento, pero no quieres que te "agarre" la noche en transito, el invierno no es la mejor época, si lo repetimos en verano habrá menos stress, aún así tiene sus momentos gratos.
Igual que pasa cuando estás en un tubo de acero sostenido a 10,000 pies en un punto indeterminado del Atlántico o sobre América del sur después de horas viajando y cuando todavía te faltan muchas, te da un espacio para la reflexión, en mi caso vinieron a mi mente aquellos recuerdos de mi primer viaje en carretera , como me hicieron agonizar esos trailers, como parecía que no llegábamos y como ahora a veces soy hasta imprudente al manejar, es un proceso se va haciendo segunda naturaleza.
Mi madre me hace burla de que ahora el cerro de la silla me señala cuando he llegado a casa, pero es increíble, después de un rato es cierto, la visión de estas formaciones parece darte la bienvenida a casa, lamentablemente cuando llegué a Monterrey sólo veía la carretera .Llegué molido pero alcanzamos a ver la victoria de Lakers sobre Utah en tiempo extra y de que manera, en cuanto arrancó el tiempo extra nos fuimos cinco abajo, después caí rendido.