Con unos reposacabezas diseñados para la ocasión, con una tarta en su honor, con un aplauso sentido, pero sobre todo, con el cariño por estos años de magia, generosidad, caballerosidad y compromiso, el Real Madrid, desde su Presidente, Luis Gómez-Montejano, pasando por los jugadores, directivos, empleados y medios de comunicación, quisieron que en último trayecto como jugador madridista, Zinedine Zidane recogiera el cariño sembrado durante este lustro de excelencia.
Camino del Aeropuerto de Sevilla, una mirada de nostalgia invadía el autobús que trasladaba al Real Madrid. Era la última ocasión que Zinedine Zidane iba a estar al lado de Raúl, Casillas, Beckham… Los recuerdos se agolpaban y la memoria repasaba los grandes momentos del ‘5’. Silencio pese a la satisfacción por haber obtenido el segundo puesto, porque se marchaba el ‘Quinto grande’. Bajó del vehículo, y el centenar de aficionados que aguardaban en la terminal unieron sus gargantas: “Zizou, Zizou…”. A todos se les escapaba una parte de su vida.
Entró de los últimos al reactor porque estuvo atendiendo a los medios de comunicación, y porque estuvo saludando al Presidente, Luis Gómez-Montejano. Palaras de despedida, del pasado, pero sobre todo, de agradecimiento por haber tenido la oportunidad de defender este escudo y esta camiseta. Su sorpresa iba a ser mayor cuando comprobó como en los reposacabezas del avión había destacaba su volea en Glasgow con una frase: “Gracias, Zidane” (2001-06). Tímido de carácter, como se comprobó en su adiós del Bernabéu, el galo sacó una leve sonrisa que mantuvo mientras se fotografiaba y dedicaba sus últimos autógrafos antes de sentarse en la fila 16 junto al capitán, Raúl González.
Tímido protagonista
Fue entonces cuando sus compañeros le empezaron a aplaudir en reconocimiento a estos cinco maravillosos años de fútbol irrepetible. No quería ser protagonista, aunque no tenía alternativa. Bajo la emoción del momento intercambiaba palabras con el ‘7’, que en el campo quiso dejarle el brazalete cuando fue reemplazado, pero Zidane, profesional hasta el final, no quiso aceptar el detalle por su compromiso con la competición. Leyó y escuchó música durante el descanso que le dejaron antes del último regalo. Una tarta con el ‘5’, la camiseta del Real Madrid y su fecha de entrada y salida, recorría de principio a fin la aeronave.
Levantó la mano y saludó a los tripulantes –directivos, medios de comunicación, componentes de la primera plantilla y compañeros- y troceó el pastel. Sólo algunos privilegiados tuvieron tiempo de degustar el dulce, porque la brevedad del trayecto impedía que llegara a los sesenta ocupantes del aparato. Imágenes curiosas, como la del preparador físico, Pau Alberti, reflejando el momento con su teléfono móvil, o como Roberto Carlos le miraba y pensaba: “¡Cómo bordamos aquella jugada en la final!”. Llegada a Madrid, y gente esperándole, conocedora de que iba a ser la última oportunidad de tenerle cerca. Abrazos con Beckham, los brasileños, que no regresaban al Santiago Bernabéu, donde pondría el punto y final a cinco años de fútbol de salón que serán difícilmente repetibles.
Una información de José L. Sánchez
Fotografías de Daniel Sastre