Tuve una conversación ayer en Facebook
Recordaba que cuando más joven, nunca quería volver a casa, no es que me lo pasará mal acá, pero es que esa fascinación de lo nuevo, lo diferente, lo desconocido podía más que yo.
En el segundo viaje a Japón, en el primer fin de semana, cuando ya sólo quedaban cinco días para volver a casa, nadie estaba más triste que yo, todos los que tenían hijos y esposa o esposo esperándolos en casa, ya no veían la hora de volver, y yo, yo quería seguir allá.
Pero que diferencia hacen unos pocos años, ahora, veo acercarse, y la siento, esa tranquila realización de "Es hora de ir a casa", como aquella famosa cita de los viajes y la almohada de tu casa.
Y así pasó, tranquilo, llegué al hotel, empaqué, me di cuenta de que esos últimos Pisco Sour habían comprometido la capacidad de regresar al aeropuerto Jorge Chavez sin mucho apuro
Pero, me encontré con un par de taxistas que no querían ir para allá, y fue en mi beneficio, el tercero me levantó, me aceptó pagarle en una mezcla de soles y dólares y hasta me "fio" porque no juntaba los 40 nuevos soles, me dio su tarjeta y me hizo darme cuenta que esos son los detalles por los que uno siempre quieren viajar así, sin planear de más.
Todo el día de hoy fue de retorno, y ya está esa "cosquilla" de ¿a donde vamos ahora? , ¿regresamos a Perú para cumplir con el plan original y hacer la ruta inca? ¿Puerto Rico? ¿Costa Rica? ¿Argentina?, ¿algo más difícil donde no hables el idioma?
No lo sé, y es que todo se me antoja
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